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Un regalo

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Acabas de cumplir 30 y aún te veo con las rodillas llenas de postillas. Hay algunos trucos para sobrevivir a esta edad sin perder brillo.
Para empezar es muy importante que no dejes de construir jamás «sabandijas asquerosas» y que sigas escalando cómo lo hacían los «zapatos eléctricos». Puede que te cueste ahora, pero trata de conducir un coche sin ruedas en el desguace de Almázcara. Tendrás que buscar a ese bicho rosa y si, volver a dormir con Pequis alguna vez. Te echa de menos. 

En verano súbete al remolque sin caer bajo la piedra del arado y come yogures caducados a escondidas en el gallinero. Sigo pensando que vaciarlos en cubos negros es más divertido y además, se consiguen colores que ni existen.

Cantar canciones al revés es muy útil a estas alturas. También hacer versiones de temas clásicos que integren palabras como «water» y «papel higiénico». De cualquier manera, no olvides los tambores de detergente ni las botellas rotas de la bodega. Nunca se sabe donde puede hacerte falta instalar una buena Taberna del Rock.

Las hamacas son mejores si te das fuerte entre dos cerezos y la usas de lanzadera. Puede suceder que tu hermana se caiga y escupa los dientes (daños colaterales). Ningún lugar del caribe será mejor que esa hamaca entre aquellos dos árboles. Ah! acampa en el jardín y sube a dormir a la cama a media noche. Y si cierras la tienda con llave y candado ten especial cuidado con lanzar la llave al río en un ataque profundo de estupidez gritando «soy el Cabasorro» con acento gringo.

Te ruego encarecidamente que repitas las olimpiadas aquellas del pasillo. Creo que hubo un par de medallas injustas y quiero la revancha. No te guardo rencor por dejarme siempre el coche que menos corre en el Scalextric «porque se te va a salir fijo de la carretera». Estás perdonado. También te perdono el puñetazo en la boca del estómago el día que te revelaste… el día en el que dejé de darte órdenes (creo) de una vez y para siempre. Me lo merecía por coñazo.

No voy a hablar aquí ni de los tazos, ni de las Spice Girls, ni de nuestra habilidad para doblar películas, ni de tu afición por beber colonia e incendiar casas. No lo haré. Tampoco hablaré sobre el susto del atropello, ni sobre la desaparición más bizarra de la historia ni sobre tu éxito en la pubertad, cuando aún la barba no tapaba tus pecas…

De eso y del resto, de las cosas que pasan ahora, tenemos tiempo para hablar, hermano. Al menos 3 veces 30. Más, si nos dejan.

¿Qué hace la gente que no tiene hermanos como tú? ¿Con quién juegan? ¿Con quién se mueren de risa? ¿Con quién lloran? ¿Con quién juegan a «sumoculín»?

Asier, ahora tienes 30 y eres un barbudo. Eso tenemos que asumirlo. Y yo, al borde de los 32, sigo pensando que el paraíso eran aquellas patatas paja de la abueli con un universo para inventar después de la cena…

 

Emi

 

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4 pensamientos en “Un regalo

  1. Asier en dijo:

    Esto merece un comentario más extenso que la propia entrada… pero escribo ahora desde mi selular. Menuda compilación de recuerdazos!! Me he doblado de lo lindo. El Cabazorro… no he encontrado forma aún de llevar el delirio más lejos que aquella tarde-noche.
    Qué gran regalo hermana!!!

  2. Revenge of the nerts en dijo:

    Maese Dupois, no se si es pronto para el amor o tarde para el deseo

  3. Asier en dijo:

    Un a contraoferta:

    No tengo mucho tiempo y la redacción se resentirá por ello –hasta cabe que tenga lugar un fenómeno al que bautizaría como macedonia de fechas–, pero no quería dejar de sugerirte algunos cuantos consejos por si se diera el caso de que tuvieras que dar ejemplo y –¡qué copón, digámoslo bien clarito!– una educación a un hermano menor.
    Puede que poco después de dejar de ponerte los zapatos al revés necesites empezar a ahorrar para la universidad. Prueba a vender en el colegio artículos de primera necesidad con tu amiga Gram… no sé, quizá bombones que podríais hacer vosotras mismas mientras veis Galavisión. Si planeas cruzar la península con tus abuelos y tu hermano sería conveniente que acomodaras al BabyFeber como un pasajero más, eso le hará ver que hay que respetar a todo el mundo, aunque sea de goma. En cualquier caso, procura que te sellen convenientemente el pasaporte en cada pabellón, inculcándole con ello el valor de los papelarrios presentables. No quisiera dejar de aconsejarte también que al acostarte en las literas pongas al corriente a tu hermano de los entresijos del mundo social adulto de 5º de EGB, podrías incluso tratar de enseñarle a dividir mientras sus compañeros aprenden a multiplicar. También hay canciones muy molonas que podría venirle bien ir conociendo: “Caminando por el bosque, lalálaalá, entre la hierba mojada, uhuhuh, una carta me encontré, lalálaalá, la letra estaba borrosa, uhuhuh”. Cambiar el orden de las sílabas de palabras de uso común, como “pato”, puede ser igualmente útil para ir preparando el terreno antes de dormir; de hecho, puede ser incluso mejor que contener la risa después de contemplar el despegue de un albatros. Mantener bien limpitas sus enormes orejas tampoco estaría de más, aunque la cosa pueda terminar en el hospital. Si te ves en la necesidad de echar con él carreras por las escaleras de moqueta arrastrándoos como gusarapos sería mejor que antes le advirtieras: “Vale, pero cuidado con ese horrible perro de ‘porcelana’”. Por otra parte, si pretendes construir con él una casa y necesitáis hacer cemento, aunque no sepáis muy bien para qué, sería mejor que no le dejaras a él ir a por agua para hacer la mezcla, la Adoración podría tener que rescatarlo de una muerte segura entre sapos y salamandras. La gente que sabe de piscinas comprende perfectamente que cabe la posibilidad de que avisar a todos los niños de los alrededores para bañarse en mayo entre algas sea de lo más saludable, aunque los adultos que no entienden de piscinas puede que no lo comprendan tan bien. Hablando de piscinas, no dejemos de decirlo, un detalle feo es amañar el concurso de “Uno para todas” para que tu hermano sea el ganador en el día de su cumpleaños. Tienes mucho que enseñarle, pero no se lo pongas tan fácil. Por ejemplo, una vez que sabes que al volver de gimnasia rítmica el coche no va a despegar por mucho que abráis y cerréis las puertas por la A6, házselo saber. Igualmente, una vez que tienes claro que si te pica un bicho y el brazo parece ir a caérsete lo mejor es taparle desde atrás los ojos a tu tío Quique mientras conduce, también házselo saber. En definitiva, esa sabiduría que una va adquiriendo es mejor compartirla.
    No quiero imaginar qué hubiera sido de mí si no lo hubieras hecho.

  4. Asier en dijo:

    FELICIDADES HERMANA!!

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